El planeta Solaria fue inicialmente un sitio de recreación y descanso de los más ricos del planeta Nexon, quienes decidieron luego independizarse. Los habitantes de Solaria, limitados a un máximo de 20.000, encomendaron prácticamente todas las tareas a eficientes robots. La fabricación de estos robots es una reconocida especialidad de los solarianos y cada uno de ellos tiene a su servicio unos 10.000. La evolución cultural de los solarianos, que los llevó a vivir solos y aislados en sus enormes solares y comunicarse con otros casi exclusivamente por medios electrónicos (audio e imágenes tridimensionales), les generó pavor al contacto directo entre personas. … El sol desnudo, Asimov 1957
En la novela de Asimov, publicada hace ya 60 años, se visualiza una sociedad donde las personas viven físicamente aisladas pero muy comunicadas a través de una especie de red social virtual que les permite percibir la compañía con mucha realidad, salvo tocarse (excepcionalmente, se juntan realmente con sus parejas, visitándose peregrinamente en sus mega propiedades). Sus miles de esclavos robots los satisfacen en todas sus necesidades y cada persona vive en una superficie enorme. No hay contaminación ni enfermedades.
Cuando lo leí, era un niño y me marcó a fuego. Lo recordé periódicamente durante toda mi vida durante la cual, de reojo, veía como esa fantasía escrita antes de la televisión, se iba transformando en una realidad. Al menos en parte… pero veremos cómo sigue la cosa.
Esta reflexión que dura ya muchas décadas me hace pensar que el destino del hombre está en obtener lo que tanto pregona desde siempre en todos sus mensajes políticos, humanistas y sociales. La búsqueda y el derecho de ser libres. Ello está marcado a fuego desde los orígenes de la especie y es una fuerza de la naturaleza en sus aspectos más básicos, como es el desplazamiento físico, ampliándose según el desarrollo de la civilización, a elementos más espirituales o intelectuales, cuestiones éstas, que dejaremos fuera de nuestra hipótesis, aunque como verán, están implícitamente vinculadas por simple osmosis.
Ser libres, por tanto, en nuestra premisa y atendiendo a la esencia primitiva del “homo sapiens”, estaría asociada a “la libertad física de movilizarse. Literalmente, hacia cualquier lugar en cualquiera de las dimensiones posibles (hasta ahora tres) y ojalá en forma rápida (ojalá instantánea), por lo tanto; “Estar” en cualquier lugar es una necesidad proveniente de la naturaleza ancestral”.
De allí nacieron las migraciones, las carretas, los trenes, los autos, las bicicletas, los aviones, los barcos, las naves espaciales, la maratón, el alpinismo, el paracaidismo, etc.
Existen otras maneras no evidentes de “estar” en otros lugares, como la literatura, el periodismo, la televisión, el cine y finalmente hoy, las redes sociales digitales, que básicamente nos permiten “ser” en varias partes en forma instantánea e influir en redes de grupos de otros humanos (“amigos”) que somos capaces ahora de construir virtualmente alrededor de nuestro propio ego.
Al respecto valga una reflexión de la contradicción inherente del ser humano que, junto con luchar con este derecho, lo limita al resto, estableciendo fronteras y barreras para que esta libertad sea controlada (en el extremo, como en la sociedad del sol desnudo).
Sin embargo, estamos limitados por nuestra tecnología que nos “ata” físicamente a los dispositivos o técnicas que nos permiten realizar este acto libertario. Obviamente, lo primero que intentamos es que estos “vectores” cumplieran con la premisa de libertad de movimiento. Como eso nos hace sentido en nuestro sentimiento libertario, inevitablemente, el desarrollo científico y tecnológico que se haga cargo de ello tiene éxito comercial y lo llamamos “Innovación”.
Pero aún seguimos atados a conexiones físicas que nos limitan, tales como una autopista, un riel de ferrocarril, tranvías, aeropuertos, estaciones de acceso y…por supuesto, cables. Cables de enchufes de nuestros dispositivos, cables de energía y comunicaciones a nuestras casas, cañerías que alimentan la calefacción, etc. Son las cadenas de nuestra época y vaya que nos molestan, aunque las aceptamos con resignación práctica.
En mi artículo anterior , les hablé del concepto “Iota+Epsilon” (leer columna), como motor de cambios paradigmáticos de nuestra era. En un análisis más “insight” del concepto, podríamos desarrollar la hipótesis que al final, todo este movimiento de transformación digital obedece a la necesidad intrínseca e incontrolable del ser humano de liberarse completamente de sus cadenas físicas y entregarse a ese mundo imaginario del cuento de Asimov. Solos, pero más libres y juntos que nunca, evitando la parte oscura de nuestra humanidad de la capacidad de herirnos unos a otros.
¿Estaremos entonces en la fase de destruir las últimas barreras de esta libertad que es desconectarse de las redes físicas de servicios centrales (energía, comunicaciones, calefacción, agua) y autoabastecernos totalmente?
En la parte comunicaciones ello va muy rápido, con los servicios en la nube y las redes inalámbricas. Es muy posible que, en el futuro no muy lejano, no exista una cuenta que pagar y que sea un servicio básico universal y casi gratuito. Las industrias de la “red” y los contenidos asociados, permitirían financiar la infraestructura. Los dispositivos de acceso por otro lado, smartphones, pantallas planas, relojes, sensores, autos, “cosas”, etc son cada vez más inalámbricos (pronto desaparecerán los audífonos con cables y los cargadores con enchufes serán cosa del pasado).
En los servicios de energía, la era “Épsilon” permite vaticinar que tarde o temprano nos autoabasteceremos gradualmente con energía limpia que provee inalámbricamente la naturaleza (sol, viento) . Posiblemente, la calefacción, el transporte e incluso la provisión de agua será provista a partir de la energía eléctrica, que cubrirá una porción mucho mayor de la demanda energética de los humanos (ahora representa menos de un 25%). Muchas cañerías y cables desaparecerán, (Y grandes empresas deberán repensarse, por ejemplo, increíblemente y contradictoriamente a lo que se vaticina, nuestro cobre representa esencialmente conexiones).
En este punto, es crucial referirse a la necesidad de “transportar” energía eléctrica. Para que los miles de dispositivos que permiten que “Iota” evolucione, puedan dejar “libres” a los humanos, deben transportar su propia fuente de energía, liberando al humano de un “cable”. Las baterías son un elemento clave en esta libertad y los países que proveen algún vínculo con ellas, se sienten afortunados pues la potencial demanda los favorecería (lo cual no es necesariamente cierto, como tampoco fue cierto para los países que producen sal respecto del aumento increíble del consumo de ensaladas por las personas- leer la posverdad del litio).
Conclusión: Nuestra hipótesis es que existe un elemento esencial que movería al ser humano en términos nucleares y que genera la demanda que conlleva la transformación digital. Antes , en artículo anterior, mencionamos en nuestro concepto de Iota+Epsilon , que estas fuerzas o tormentas perfectas vinculadas una a la otra están moviendo al mundo en una dirección inevitable y acelerada. Sin embargo, Iota+Epsilon contienen elementos que provienen de una combinación de una necesidad primigenia del homo sapiens. La necesidad de ser “libre” mueve al hombre por misteriosos caminos. La posibilidad de mejorar más y más sus máquinas y herramientas y a la sociedad de mercado donde se satisfacen necesidades pragmáticas a través del acceso a una “felicidad” de corto plazo y adquirible, llevan a la extrema revolución de la que somos espectadores y usuarios. Como mencioné en Iota+Epsilon, habrá ganadores y perdedores, pero no un fin del mundo. ¿Una nueva era? Por supuesto.
…En el cuento de Asimov, hubo un misterioso crimen, pero es harina de otro costal…
Comments